Encuentro con el Fénix en Meditación y lo que da un gran sentido en toda la Danza del Fénix. Después de esta primera meditación añadí una más a la rueda medicina, la primera danza que lleva este nombre: la Mirada del Fénix, pues esta meditación fue mi encuneto con este hermoso ser que me explica y muestra la primera puerta, la que abre el espiral de la rueda medicina de La Danza del Fénix.
El Fénix desciende majestuosamente y se posa ante mí. Le pregunto: “¿Puedo subir a tu lomo?” Con un gesto amable, me invita a ascender y, al instante, alzamos vuelo. La vista es espectacular, fusionando pasado, presente y futuro en un solo instante. Más que ver escenas separadas, aprecio la belleza, la potencia y la fuerza de la vida.
Ante tal experiencia, pregunto: “¿Puedo ver el mundo con tus ojos?” Escucho una voz profunda que responde: “Humanos”, seguido de una gran carcajada. Luego, con tono suave, agrega: “Pero si ya lo haces”. Confundida, insisto: “No entiendo, déjame ver a través de los tuyos”. En ese momento, siento mi cuerpo llenarse de magia; mi mirada se transforma, volviéndose más aguda y distante. Comienzo a mirar con esos nuevos ojos y de repente, me siento una con el universo, conectada con todo, sintiendo en mi ser que somos uno. Desde esa perspectiva, empiezo a ver mi historia.
Observo las escenas de mi vida desplegarse casi como en una película, pero sin drama. Veo acciones, personajes, cada uno cumpliendo su rol en una perfecta danza de evolución y aprendizaje. Notó cómo se dibujan las risas y las lágrimas en mi personaje en cada escena; sin embargo, no siento dolor ni alegría al verlo, solo observo el proceso, veo el aprendizaje.
De repente, el aleteo del fénix me saca de mi trance y le pregunto: “¿Cómo puedo vivir así?” Él pregunta a cambio: “¿Vivir cómo?” Respondo: “Sin drama”. Se ríe de nuevo y dice: “No has entendido nada”. Impaciente, le suplico que me explique. Él sacude sus alas y las escenas se elevan, ya no puedo detenerme en cada historia o cada escena; ahora forman un espiral.
“¿Qué ves?”, me pregunta. “Un espiral”, contesto. “Observa bien”, me instruye, “son ciclos, ciclos de crecimiento, ciclos de evolución, ciclos de vida. La mirada que ahora posees es la visión que sigue a la muerte y transformación. Primero debes estar completamente inmersa en la tierra, viviendo cada emoción, enfrentando momentos difíciles donde la tierra se mezcla con las aguas de las emociones, y entonces te rindes al proceso, dices sí a la vida, mueres y vuelves a nacer. Es la maravillosa Danza del Fénix, una danza de vida, muerte y renacimiento.”