A los 21 años, me diagnosticaron artritis reumatoidea juvenil, síndrome de Sjögren y otras condiciones que significaban una vida llena de dolor crónico y limitaciones físicas. Me dijeron que probablemente no podría ser madre y que mi calidad de vida sería severamente restringida.

Este diagnóstico marcó un antes y un después en mi vida. En lugar de rendirme, decidí decir sí a la vida y buscar caminos de sanación, transformando lo que parecía una condena en el inicio de un viaje profundo hacia la reconexión conmigo misma.

Mi recorrido comenzó en el mundo de la consultoría, donde diseñaba procesos estratégicos para empresas y programas de desarrollo. Durante este tiempo, aprendí a estructurar ideas complejas y convertirlas en soluciones prácticas y sostenibles.

Entre mis aportes destacados se encuentran los diseños curriculares para asesores integrales de empresa y auditores en campo. Estos programas no solo mejoraban las habilidades técnicas, sino que también fomentaban la toma de decisiones conscientes y una visión adaptativa en entornos desafiantes.

Este trabajo no solo me brindó herramientas técnicas, sino también una perspectiva integral que más tarde se transformaría en el corazón de mi enfoque educativo y personal.

La llegada de mi primera hija fue un milagro que desafiaba todos los pronósticos médicos. Con ella, entendí que mi misión era construir un mundo mejor. Ese momento marcó el inicio de una búsqueda de vida más consciente y conectada con la esencia.

Con cada uno de mis cuatro hijos/as, ese compromiso se renovó y amplió, trayendo consigo nuevos regalos y aprendizajes:

Mi primera hija me inspiró a construir un mundo mejor.

Mi segundo hijo me conectó más profundamente con mi esencia interna.

Mi tercer hijo me impulsó hacia mi evolución personal, llevándome a explorar y abrazar quién soy realmente.

Mi cuarta hija me regaló el placer, el gozo y la libertad, recordándome la importancia de disfrutar la vida plenamente.

Cada uno/a de ellos/as ha sido un maestro/a en mi camino, reflejando las distintas facetas de mi ser y fortaleciendo mi compromiso con mi propósito.

Desde niña, siempre sentí una conexión especial con ángeles y maestros ascendidos. Sin embargo, en mi esfuerzo por encajar en el mundo, ser eficiente y productiva, había olvidado esa parte esencial de mí.

El accidente aéreo de mis padres marcó un momento decisivo. Contra todos los pronósticos, mi mamá logró una recuperación milagrosa, y en ese proceso, volví a sentir la presencia de esos guías espirituales que me habían acompañado desde siempre.

Esta experiencia no solo me permitió sostenerme a mí y a mi familia en un momento de crisis, sino que también me recordó el poder de lo divino y me ayudó a reconectar con una parte profunda y olvidada de mi ser.

Elegir el Unschooling como forma de educación para mis hijos fue un punto crucial en mi camino. Esta decisión me llevó a transformar mi visión sobre el aprendizaje y la vida.

Aprendí a confiar en la capacidad innata de aprendizaje del ser humano, a soltar los condicionamientos y a ver el mundo desde un lugar de autenticidad y amor.

Este proceso me enseñó a mirar y escuchar no solo con los ojos y los oídos, sino con el corazón, y a conectar con la alegría de vivir de una manera más profunda.

Fue también un llamado a desafiar creencias y sistemas preestablecidos, recordándome que soy creadora de mi mundo y que el verdadero acompañamiento surge al soltar mi historia personal para estar plenamente presente para ellos.

Esta experiencia no solo transformó mi forma de educar, sino que se convirtió en una fuente de aprendizaje continuo que enriqueció cada aspecto de mi vida.

La pérdida del masculino en mi vida, a través de mi divorcio y la muerte de mi papá, desestabilizó profundamente mi mundo. Este vacío me llevó a renovar mi sí a la vida y a buscar herramientas para recuperar el sentido, el propósito y construir una nueva versión de mí misma.

Al estar sola con mis hijos, me enfrenté a una decisión crucial: regresar a mi carrera profesional tradicional, desde un lugar que sentía desactualizado, o reinventarme por completo. Elegí lo segundo, integrando todo el aprendizaje y la riqueza de un camino lleno de experiencias no convencionales.

Este proceso no solo armonizó lo femenino y lo masculino en mí, sino que me permitió transformar mi dolor en una fuente de luz y crear un propósito más alineado con mi esencia y mi visión para el futuro.

Lo que comenzó como una búsqueda personal de sanación y autodescubrimiento, de forma natural y orgánica, se transformó en una fuente de luz para otros.

A medida que compartía mis experiencias y herramientas, descubrí que mi camino personal resonaba profundamente con quienes también buscaban reconectar con su esencia.

Así nació el modelo de Caminos en Espiral, un enfoque integral que combina movimiento, diseño humano, astrología y prácticas conscientes para guiar a las personas en su propio viaje de sanación y transformación.

Este modelo es el resultado de años de aprendizaje, experimentación y conexión profunda con la esencia de lo humano, ofreciendo un espacio para que cada persona pueda desplegar su potencial y vivir desde su verdad.